Es una pieza musical, fuera de las constricciones pentagramáticas que, derramando notas con categoría de anécdotas, acaban convertidas en Historia. Historia de historias hechas con figuras de colores dibujadas por Brueghel, por Van Dick, con relieves pétreos de iglesias o monasterios que, ablandados por suaves olas, nos llevan de Rosalía a Curros, de Shakespeare a Rabelais para, arrastrados por el "flautista" de Hamelin, incorporarnos a una gran pantalla en la que escuchar Llamaradas mientras sentimos los escalofríos, tal como si fuésemos mareas vivas.